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martes, 19 de abril de 2011

Capítulo 5

5.


   Gamaway llegó de nuevo al amanecer a la cabaña. Después de una larga noche de vuelos entre ida y vuelta.
         -Viejo, ya estoy aquí –chilló desde fuera.
         El hombre salió de la cabaña, apoyándose en su bastón. William no era un hombre viejo, simplemente un hombre curtido por los años y cojo de la pierna izquierda. Su pelo grisáceo podía hacerle aparentar más años de los que tenía, pero sus ojos azules delataban que no debía de pasar de mucho la cuarentena.
         -No me llames viejo, niña –le espetó él.
         -Y tú no me llames niña.
         Gamaway era una cambiante, y aunque su aspecto físico parecía el de una joven no mucho mayor de dieciocho años, contaba con más de cien años a sus espaldas.
         Los cambiantes eran en parte elfo, en parte humano y en parte animal. Tenían los instintos de un elfo y sus orejas, larga longevidad, pero la mortalidad de un humano, y podían convertirse en animales.
         -Dime; ¿le has encontrado?
         -Sí, está cerca de la aldea Geji.
         -Tarda demasiado.
         -Pues yo volando no lo puedo traer.
         Lejos de hacerle ninguna gracia el comentario de Gamaway, él lo rumió.
         -Traerlo volando, no, pero si puedes si eres otro animal..
         -Espera; ¿No querrás que vaya hasta allí, para acompañarle todo el viaje?
         -Debemos darnos prisa, no podemos permitirnos que otros lo encuentren –le explicó William, mientras se sentaba a descansar en la silla del porche.
         Ella no se sentó. Le crispaba que aquel hombre siempre le mandara.
         -Sé que es tu sobrino y que su padre era un gran predilecto, pero no entiendo quien más podría interesarse por él. Sólo es un crío de dieciséis o diecisiete años.
         -Mi hermano no fue un gran predilecto, fue el capitán de los predilectos y murió luchando contra las fuerzas de Arion.
         Gamaway conocía de sobra la historia de la muerte del hermano de William. Como había entrenado y guiado en la lucha a todos los predilectos.
          Los predilectos; eran humanos que fueron bendecidos y entrenados por elfos, cuando estos decidieron dejar de luchar en una guerra que no era suya. Fue lo único que hicieron ya por el rey. Procurarle un pequeño batallón de hombres capaces de enfrentarse a Arion. Y así fue hasta que su capitán Thomas Wheelmon murió y su hermano William quedó cojo de por vida.
          -Mi sobrino –continuó William-, es el único que tiene en su sangre el poder suficiente para luchar contra Arion y empuñar la espada de los elfos.
          -Sólo es un crío. Necesitará años de entrenamiento –dijo ella.
          -Lo sé, por eso cuanto antes esté aquí antes empezaremos. Ve a traerlo.
          Gamaway bufó.
          -Y –continuó el hombre-, es mejor que sea yo el que explique quien es. ¿Entiendes, Gamaway?
          -Perfectamente. Voy a descansar. Al atardecer saldré en su busca.
          -Gracias, niña –le dijo William guiñándole un ojo.
          Hacía tiempo que Gamaway hubiera mandado a ese hombre arrogante y engreído a freír espárragos. Pero no podía, él le había ayudado cuando nadie más lo hizo. Le debía más que su obediencia, le debía la vida.

3 comentarios:

Nosotras dijo...

Menos mal, hemos tomado de nuevo el rumbo, muy buen rumbo.

Unknown dijo...

Me encanta. Es una lectura muy agradable y muy bien redactada. Es una historia fantástica e intentaré leerte con asiduidad (aunque la falta de tiempo acaba con mis energías).
Saludos y gracias por compartir tu fantasía.

Unknown dijo...

Mil gracias a ambos por seguir mi historia.